viernes, 3 de abril de 2009

Carta abierta a un «amo del mundo»

"Tu osadía y tu resolución no te dan ningún derecho a quedarte con lo que otros necesitan. Ni siquiera tu esfuerzo titánico o tu voluntad inquebrantable pueden darte ese derecho. No valen más que la habilidad de ese carpintero o la dedicación de ese labrador; no son mejores que la abnegación de una madre o los versos de aquel poeta. Todos aportamos, todos construimos el mundo. No serías nada ni nada podrías si no fuera por nosotros. Tu poder, tus conquistas y tus cuentas de resultados dependen del esfuerzo callado de muchos. ¡Tu propia existencia como ser humano depende de tantos!... Puedes creerte mejor o más imprescindible, pero si sobra alguien eres precisamente tú. Lo que tú haces lo haría cualquiera, o lo haríamos todos. No requiere mucha ciencia, y aún menos sabiduría. Pero lo haríamos de otra manera, porque no podemos ser como tú… ¡no queremos ser como tú! Nos gusta más la palabra cooperación que la palabra competitividad; mucho más que individualismo, solidaridad; nos seducen el apoyo mutuo y la generosidad, pero el afán de riesgo y la competencia no nos dicen nada. Si te fueras no se pararía el mundo… pero te invitamos a que te quedes."
Carta abierta a un «amo del mundo»
-----
Hasta hace no demasiados meses nos han estado haciendo creer que había por ahí una especie de titanes de la economía, seres casi sobrehumanos, que poseían el secreto de la abundancia sin límites y que estaban entregados a la impagable labor de hacer crecer el producto mundial para que todos los demás, pobres e impotentes mortales, prosperáramos a la sombra de su incansable esfuerzo. También nos decían que la codicia que parecía impulsarlos no era tal, sino estímulo emprendedor y sano afán competitivo. Y ahora, cuando se ha descubierto que todo era un montaje urdido para saquear el mundo en beneficio propio, y que la codicia no era más que lo de siempre, esto es, una compulsión psicopatológica en pos de dinero, todo lo que somos capaces de hacer, además de entregarles ingentes cantidades de dinero público para que siga en pie su particular Olympo, es esperar y rezar para que las cosas vuelvan a estar como estaban.

Parece que nadie quiere asumir que una forma de organización de la comunidad humana en la que unos cuantos miembros de esa comunidad acumulan y retienen para sí lo que miles de millones de personas necesitan para vivir dignamente, o para no morirse indignamente, es una forma de organización inhumana, genocida y absolutamente intolerable.

... Pero la toleramos. Y no sólo la toleramos, sino que también la justificamos, la defendemos y hasta la anhelamos; temblamos con sólo pensar que desaparezca. Porque, ¿de qué se habla a raíz de la crisis económica global en la que andamos metidos? De rescatar, de reconstruir, de restaurar. En definitiva, de volver a poner a pleno rendimiento ese modelo de organización que ya excluía y condenaba a la miseria a innumerables de nuestros semejantes mucho antes de la llegada de la crisis y que, por añadidura, estaba aniquilando el hábitat natural que nos sustenta a todos.

Ahora bien, la pregunta que yo me hago es la siguiente: ¿De verdad todos queremos eso, o sólo lo quieren unos pocos y a los demás se nos ha confundido hasta tal punto que sólo somos capaces de creer que es eso lo que queremos?

Hace un siglo y medio ya Marx nos advirtio que las clases dominantes siempre tratarían de dar a sus valores forma de universalidad; esto es, de presentarlos como los únicos valores razonables e inculcarlos al conjunto de la sociedad. Del mismo modo, las clases privilegiadas de hoy en día, si quieren mantener sus privilegios, están obligadas a generar la ilusión de que la vida sólo tiene sentido si se vive como ellos la viven; y de que lo único capaz de hacer que cada vez más gente viva de esa manera es el sistema de libre mercado y la competencia de todos contra todos.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que la ideolgía dominante lo primero y más importante que tenía colonizar era la conciencia individual de todos y cada uno de nosotros. Dicho en una palabra: confundirnos. Y ello por cuanto son conscientes de que no se puede concebir otro mundo, y mucho menos hacerlo posible, desde la confusión interior. Si de mí sólo sé lo que me dicen que soy; seré, fatalmente, lo que otros quieran que sea.

Por eso yo le pediría al lector de DESAFÍO SILENCIOSO que estuviera dispuesto, en primer lugar, a tener un pequeño encuentro consigo mismo; y, a partir de ahí, empezar a sacudirse ese pesimismo antropológico que trata de convertirnos a todos en aves de rapiña, en seres poseídos por el egoísmo y la ambición, seres que sólo se mueven alentados por recompensas materiales o privilegios de poder.

No somos así, desde luego que no. Pero, sobre todo, no queremos ser así; ya que, en el fondo, esa es una condición que hace sufrir al hombre. Y lo hace sufrir porque lo pone en constante tensión consigo mismo y echa a perder lo mejor que puede depararle la vida, que no es otra cosa que el encuentro pacífico y afectuoso con los demás. Al ser humano no le queda bien el atavío de la fiera; se le rompen las costuras por los cuatro costados.

Así pues, podemos estar perdidos, porque nos han desorientado; podemos estar dormidos, porque nos han narcotizado; incluso podemos estar ciegos, porque nos han vendado los ojos, pero no estamos locos, sino que sabemos lo que queremos, como dice la canción. Y lo que queremos es un mundo más humano.

12 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con las ideas y comentarios expuestos y conozco a muchiiiiiiisima gente que también lo está, pero en el día a día, con cada una de nuestras pequeñas decisiones seguimos alimentando al gran mounstro del capitalismo. ¿ De verdad que a alguien se le ha ocurrido un idea brillante, factible y que de resultado? Leeré el libro pero soy bastante escéptica, lo siento

    ResponderEliminar
  2. Realmente me resulta extraordinario que uses la expresión "con cada una de nuestras pequeñas decisiones seguimos alimentando al gran monstruo del capitalismo", porque parece que la hubieras sacado del mismo libro; el cual, según parece, todavía no has leído. Cuando lo hagas, te darás cuenta de que la fórmula para el cambio que en él se propone está fundamentada precisamente en eso que dices.

    ResponderEliminar
  3. Cuando leo y afirmo que el capitalismo nos ha robado aparte de la libertad nuestra cultura es donde yo me paro a pensar en querer cambiar las cosas. Ya no se alimenta ni la cultura ni la razón humana, el no pensar en estos tiempos se ha transformado en una cuasi religión, que nos hace mover por el instinto de intereses materiales. Somos lo que nos venden y lo que compramos. Pasamos años intentado saber quiénes somos y que queremos, pero vivimos contaminados por lo que el sistema capitalista quiere que seamos, y así algunos se entregan y se rinden ante el sistema. Pero, ¿Hay una mejor forma de vivir sin rendirse, sin comprar eso que te venden? Para mí si la hay, pero hacen falta muchísimas voluntades para poder cambiarlo, y no digo que sea imposible, lo que creo es que hay que juntarlas de una vez e intentarlo, porque el gran monstruo de este sistema capitalista nos aplasta cada vez más.

    ResponderEliminar
  4. Crecer, creciendo los demás

    Una vez leido el resumen de tu libro, he decidido cambiar el título, el mensaje de mi blog sobre la crisis económica mundial. http://comunidad.terra.es/blogs/economiamundial/default.aspx
    Y le digo a Carolina que es posible el cambio sin contar con tantas voluntades, más solo con la nuestra propia. Solo nos tenemos que preocupar de cambiar nuestro mundo interior. Nada impedirá que todo cambie a nuestro alrededor como fiel reflejo. Si nuestra procuración está en el bien de los demás, los demás crecerán haciéndonos crecer a nosotros sobre esa base sólida y firme de futuro, que es la felicidad y el bienestar de todos. Pero es una condición que ha de estar firmemente establecida en nosotros. Nuestro orgullo y egoísmos a veces nos hacen ver en nosotros, conductas generosas y desinteresadas, cuando en realidad encubren, justifican acciones egoístamente interesadas, y en realidad solo aportamos pequeñas limosnas a ese gran ideal. Nuestro cambio ha de ser profundo de absoluta entrega, dejar de pensar definitvamente en lo que es mio, para pensar en lo que es nuestro, no de un determinado grupo, sino de todos sin excepción, y la vida con sus numerosas y variadas circunstancias y experiencias ponen a prueba a cada una de las facetas de nuestra personalidad, obstáculos a esos ideales de un mundo mejor, para que se pongan de manifiesto y podamos desprendernos de ellas. Es un trabajo arduo lento, de permanente observación de nosotros mismos con absoluta objetividad y honestidad, que puede ocupar casi toda una vida, pero los resultados son irreversibles y definitivos.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  6. Me ha parecido un texto excelente.
    De principio a fin.

    Un saludo,
    Marta

    ResponderEliminar
  7. Estimado anónimo desafiante!! Confieso que he flipado un poco cuando he leido tu comentario en mi blog. Intentaba adivinar de quien podía venir... sigo sin saberlo y sin entender si tiene algo que ver conmigo pues no me considero un "amo del mundo".

    En todo caso, siempre desde mi punto de vista, el mundo no es que se construya desde la competitividad, sino desde el genio del ser humano, desde su propia iniciativa la cual es impuesta o se deja imponer a los demás.

    Ten por seguro (no sé tu nombre) que me pasaré por aquí a menudo. Me ha impactado tu escritura!

    Espero ser correspondido! Un abrazo!

    ResponderEliminar
  8. Gracias a Marta por su valoración

    A David Carrascosa ya le aclaré el equívoco en su buen blog PEÓN DE BREGA

    Un saludo

    ResponderEliminar
  9. Hola Fco, me uno a la carta e incluso estoy dispuesto a mandársela a cualquier jefe de cualquier multinacional, estado o cualquier centro de poder, porque esta roca perdida en el universo es el lugar donde el hombre es libre.

    ResponderEliminar
  10. Cualquier adhesión es bienvenida Juan Antonio, pero difícilmente podremos acceder nosotros a los e-mail de los auténticos "amos del mundo"; y todavía menos conseguiríamos remover, aunque sólo fuera infinitesimalmente, sus extraviadas conciencias. Lo que importa es que la gente conozca dónde se sitúa el verdedero "enemigo" al que entre todos debemos parar los pies.

    ResponderEliminar
  11. Si te fueras no se pararia el mundo...y con un dedo no se tapa el SOL. Esto me recuerda el cuento de David y Goliat..el pequeñin se cargo al gigante con un pequeño pedrusco..y tuvo exito porque apunto en la diana...en la CONCIENCIA. Felicidades por tu blog y por tu libro Francisco.Sigue apuntando a la conciencia aunque a este david con una piedra no le bastara...hay demasiados "amos" gigantes sueltos por ahi. Un besazo.

    ResponderEliminar
  12. Hola Joana
    "Apuntar a la conciencia". Es una forma muy gráfica y muy sugerente de decirlo. Aunque no lo había pensado así, creo que en el fondo esa ha sido mi intención. Tu comentario me abre una nueva línea de reflexión.
    Muchas gracias
    Un beso

    ResponderEliminar