viernes, 3 de abril de 2009

GIGANTE CON PIES DE BARRO

"…Y seguir esperando, entre la rabia y la impotencia, que a los fuertes se les abra el corazón, que a los gobernantes se les abran los ojos o que a los justos y valerosos les rebose la infamia, enarbolen sus banderas y nos llamen a la sagrada revolución. Nada de eso es ya posible. Lo primero lo prohíbe la naturaleza humana, lo segundo lo contradice la implacable lógica del poder y lo tercero pertenece al ámbito de la ficción histórica."
bbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbbb bbbbbbbbbbbEl capitalismo es sólo un «monstruo producido por el sueño de la razón». Simplemente, no es real. Si un día nos levantáramos pensando que el capitalismo no está ahí y que no estamos obligados a dar los pasos que él nos va marcando nos percataríamos de que su fuerza para obligarnos es nula. Recordemos a Max Weber: “El hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido”.
BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB bbb El capitalismo lo creamos nosotros, pero luego es él quien nos crea. Como en la metáfora de la película Matrix, donde el hombre real creó la máquina que terminaría creando al hombre virtual, el capitalismo termina adoptando la forma de un Leviatán poderosísimo, ubicuo e ineludible, en virtud del cual todo lo que quiera existir ha de hacerlo a su manera. Si el capitalismo no lo creáramos cada día, entonces no existiría. Si concebimos la revolución como algo que nos permita detener esa creación, entonces se desvanecería.
BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB El problema reside en que cuando pensamos el «Sistema» siempre nos ponemos a hacer inventario de las fuerzas que ejercen algún poder sobre nosotros: los tiranos, el capital, las multinacionales, los ideólogos serviles, los líderes obsequiosos y corruptos, los centros de producción y difusión de mentiras, los falsificadores de la moral… Nunca nos paramos a preguntarnos lo más básico: ¿de dónde toman todos ellos ese poder? No hay leyes ni ejércitos que nos obliguen; ningún duende malvado nos susurra al oído lo que tenemos que hacer ni se nos amenaza con severos castigos si decidimos no hacerlo. El error está en mirar a nuestro alrededor, cuando lo cierto es que el enemigo lo llevamos dentro. Sobre lo que hay que actuar no es sobre personas o instituciones, sino sobre tendencias y rutinas. Si reenfocamos éstas, aquéllas cambiarán solas. Es en el interior de todos y cada uno de nosotros donde hay que mirar.
BBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBBB Nadie va a venir a rescatarnos. Esta es una empresa más que nunca –o más bien, como nunca– de la gente corriente, del ciudadano de a pie que ve cómo se descompone el mundo a su alrededor y necesita aferrarse a una esperanza. Nunca estuvo tan solo el hombre de bien, ese ser anónimo que, a despecho de príncipes y conquistadores –y a pesar de sus estériles ambiciones–, ha hecho posible el verdadero avance del mundo y ha sabido garabatear en las páginas de la historia los únicos trazos auténticamente humanos que cabe adivinar en su, por lo demás, patético curso.

4 comentarios:

  1. Quizas ese "enemigo exterior" no sea mas que el reflejo del enemigo interior...cambia tu y cambiara el mundo..dijo alguien..mientras al ser humano "comun" le siga moviendo su enemigo interior...su codicia,su egoismo, su "yoyo" y siga queriendo vivir en el mundo como un niño voraz cuyo unico objetivo es engullir a su madre/mundo..tomando sin dar...mirando sin ver...mientras siga asi...se seguira manteniendo "el sistema"...ese "enemigo exterior"..Algunas tribus indias norteamericanas..a la hora de tomar cualquier decision..se reunian y antes de tomarla debatian como iba afectar eso a las 7 generaciones futuras...si esa decision afectaba negativamente...era desechada.Un acto de amor y de responsabilidad.Quizas la unica explicacion a tanta barbarie es que la humanidad todavia esta en "plena adolescencia"..quizas solo se necesita tiempo..y paciencia para los que miramos de otra manera...igual que hacemos los padres que tenemos hijos adolescentes..y algunos "padres" con perspectiva amplia como tu que difundan las bases del respeto , el amor y la libertad autentica...por si acaso lo leen y hace efecto. Felicidades por tu blog. Un besazo. Joana.

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  2. Llevas toda la razón Joana, al señalar la gran fuente de donde se nutre nuestro enemigo interior: el infantilismo, el no saber hacernos mayores y asumir responsabilidades para con nosostros y para con los demás. El estar atados al principio del placer (como diría Freud), quererlo todo y quererlo ya. Los que se tienen a sí mismos por conquistadores invencibles no son más que arlequines zarandeados por media docena de instintos mal sujetados. Su agitación histriónica en busca de dinero o de éxito no es muy diferente de las pataletas infantiles que buscan satisfacer de inmediato cualquier capricho.
    Me ha gustado mucho esa referencia que haces a algunas tribus indias americanas.
    Un beso

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  3. Verdaderamente me siento muy identificado con todo lo que exponéis. Sí, tanta irresponsabilidad y tanto histrionismo. Veo que muchos, quizás todos cuarentones, vivimos con pensamientos parecidos, pero también veo, al hilo del artículo, que apenas tenemos fuerza. Sí, reflexionamos y todo ello es muy necesario, pero al final nos vemos relegados a la misera impotencia del vivir, del gastar inmensas energias en el comer diario con el que nos alimenta este mundo del capital. Apenas tengo tiempo para leer esto.
    No veo a esta generación con la fuerza suficiente, quizas la futuras generaciones, como después de la II guerra mundial, a la luz inequivoca de los destrozos no tengan más remedio que tomar conciencia.
    En este mundo nuestro veo más inconsciencia que consciencia, más ignorancia que saber, más egoismo que generosidad.
    ¿No es acaso necesario el consenso, el permiso de los inconscientes para efectuar verdaderos cambios? Solo la realidad mas violenta, la que no se puede obviar tiene ese poder de volver consciente a uno que no lo es. Un saludo.

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  4. Creo que nuestra responsabilidad es no permitir que las cosas lleguen a los extremos que llegaron el siglo pasado pra hacernos reaccionar. Esta vez no deberíamos, aunque tampoco puedo apostar a que seamos capaces de impedirlo. Yo propongo en mi libro una fórmula sencilla y al alcance de cualquiera para "pararle los pies a la bestia". Sé que no es fácil seducir a la gente con una propuesta tan aparentemente banal, pero confío en ella; algo me dice, además, que no hay otra. Tal vez, en un futuro, poco a poco, casi sin darnos cuenta ni saber muy bien cómo, la pongamos en marcha.

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